Introducción
La creación de unidades de insuficiencia cardiaca (IC) con un diseño multidisciplinar que incluya al profesional de enfermería, ha permitido mejorar el pronóstico de los pacientes con IC y racionalizar los recursos utilizados.
objetivos
El objetivo es analizar el tipo de paciente que acude a la consulta con el fin de conocer sus comorbilidades y características y así tratar de modificar el transcurso natural de la enfermedad, mejorar la calidad de vida de los pacientes y reducir la tasa de hospitalización y la mortalidad.
Métodos
Estudio observacional, descriptivo, transversal y retrospectivo.
Pacientes tratados en la unidad de IC de cardiología del hospital desde su comienzo, el 1 de octubre de 2023 hasta el 30 marzo de 2024.
Se analizan los siguientes datos recogidos de la historia clínica digital: sexo, edad, factores de riesgo cardiovascular (FRC): hipertensión (HTA) y diabetes mellitus (DM), enfermedad renal crónica (ERC), tipo de IC: reducida(R), intermedia (I) o preservada (P); escala funcional de la IC (NYHA) al diagnóstico (D) y actual (A), tratamiento farmacológico pronóstico (4 fármacos) y número de consultas con la enfermera.
El análisis estadístico fue con el programa informático SPSS.
resultados
Se seleccionan los pacientes que han tenido al menos una consulta con la enfermera (70), con una edad media de 67,40 años, 54 varones (77,1%) y 16 mujeres (22,9%).
En cuanto al tratamiento farmacológico se introdujeron los 4 fármacos en 44 pacientes (62,9%), y 3 en 23 pacientes (32,9%), alcanzando la dosis máxima de 2 de ellos en 16 pacientes (22,9%) de 3 en 9 pacientes (12,9%) y en 4 pacientes (5,7%) la dosis máxima de los 4 fármacos del tratamiento.
El 100% de los pacientes recibieron educación en cuanto a la enfermedad y el 51,4% (36 pacientes) fueron vistos en 3 o más ocasiones por la enfermera para la titulación de fármacos.
conclusiones
A través de la educación y titulación de fármacos por la enfermera en las consultas de pacientes con IC se consigue mejorar su autocuidado, detectar precozmente los signos de descompensación y su abordaje, promocionar hábitos de vida adecuados a la enfermedad (alimentación adecuada, restricción hídrica y salina) y a sus comorbilidades y asesorar ante las dudas y dificultades que les surjan.
Todo ello se refleja en la mejoría de la escala funcional de la insuficiencia cardiaca de los pacientes y por consiguiente en su calidad de vida.